Venecia fue fundada en el siglo V, aprovechando su particular geografía, que le daba protección contra los ataques de los pueblos germanos. Inicialmente se encontraba bajo el gobierno del Imperio Romano de Oriente, es decir de Constantinopla, pero poco a poco llegó a independizarse de aquél. Durante varios siglos, constituida en ciudad-estado, se especializó en la navegación y desarrolló un poderío marítimo que le permitió dominar el comercio mediterráneo. Debido a su ubicación en la encrucijada entre grandes imperios, ocupó una posición dominante en el comercio con los reinos de China e India. Hasta 1797 fue capital de la República de Venecia (conocida como La Serenissima) y, con sus 180 000 habitantes, una de las ciudades más pobladas de Europa. Al frente de la ciudad, a pesar de constituirse nominalmente como república, se encontraba una especie de monarquía electiva (el dux o dogo), quien dirigía junto a otros órganos de gobierno la vida de la ciudad y de sus posesiones.
Después de una época de dominación francesa y austríaca, Venecia fue incorporada a Italia en 1866.
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